Escuchar vs. oir
Publicado por Dante en
HABÍA UNA VEZ… “En un reino muy lejano vivían dos hermanos. Uno era sordo y el otro oyente. A la muerte de su padre, el rey, los consejeros se reunieron para decidir cuál de los dos era el indicado para ceñirse la corona. Luego de largas cavilaciones, concluyeron que si bien el sordo era el más hábil e inteligente, su sordera sería un gran impedimento para cumplir con la delicada labor de gobernar.
Así fue como el joven que sí oía, fue coronado rey en medio de la algarabía general. La voz se corrió por aquellas lejanas tierras, y al poco tiempo comenzaron a llegar representantes de los reinos vecinos para mostrarle sus respetos al nuevo soberano y también numerosos súbditos de su reino para mostrarle cuáles eran sus necesidades y las soluciones que se les ocurrían para satisfacerlas. Pero este nuevo rey sólo tenía oídos para una cosa: él mismo.
Los embajadores de los reinos vecinos, así como sus súbditos, se dieron cuenta de que a este rey sólo le interesaba gastar el dinero en peinados de fantasía, trajes majestuosos, opíparos banquetes y veleidosas construcciones, lujos que poco a poco acabaron con la riqueza del reino y lo sumieron en una profunda crisis.
En vista de la situación, el rey decidió aumentar los impuestos. Él no iba a renunciar a sus lujos y no escuchó ninguna de los pedidos de sus súbditos para que actuara con mayor cordura.
Que así como cansados de tantas injusticias los habitantes del reino fueron en busca del hermano del rey para ofrecerle la corona. Este nuevo rey, si bien era sordo, se valió del lenguaje de señas y de un intérprete para comunicarse con los consejeros reales, quienes tuvieron que aceptar que habían cometido un error y aprendieron el lenguaje de señas para entender al nuevo mandatario. Este nuevo rey no oía, pero sí escuchaba.”
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